Artista: Benito Ekmekdjian
La exposición Caminata al atril se compone de once pinturas realizadas en óleo sobre tela que se basan en el principio de la carrera de Benito Ekmekdjiam. Este joven pintor se encuentra explorando en estas primeras obras la búsqueda de la vía y el medio para expresarse.
Sus trabajos, como todo comienzo, se nutren de grandes referentes, desde los azules de Rómulo Macció y Marc Chagall, pasando por los contemporáneos como Alfredo Prior, Marcia Schwartz, Carlos Alonso, o Alfredo Roux, entre otros.
Benito Ekmekdjiam recurre a personajes de su vida, se pinta a sí mismo en diferentes momentos, no solo en sus estados de ánimo. Realiza una exploración a través de una mirada propia dispuesto a llegar a su punto de equilibrio, de esa búsqueda de su propio camino, o su peculiar estilo.
Trabaja lentamente, madurando en la experimentación de materiales y tiempos, entre lo real y lo imaginativo, sin temor a mostrar su intimidad.
El recorrido de su evolución pasa por varios períodos de producción. La obra Homenaje a Sergio De Loof, no solo es un culto a un referente de la poesía y la música. Benito Ekmekdjiam se sintió conectado con la sensibilidad exterior de las cosas más simples y lograr que lo bruto, lo vulgar y lo trágico se volviera algo glamoroso, estilístico y rococó, encontrando poética en las pequeñeces y dándole importancia en esos puntos emocionales que vio, que lo identificaron para encontrar y sentirse parte de su obra.
La obra Yo 1 (2022) y Yo 2 (2022) exhiben lo que se ve, lo que quiere mostrar desde su ánimo. Muestra una intensa paleta de colores, la fuerza de sus pinceladas y el descubrimiento de los materiales utilizando una gama cromática de la pintura en una división astral de dos partes, una terrenal y otra espacial, donde predomina una época cubista, realista y hasta surrealista con una figura casi angelical que lo lleva más allá de lo real. Incorpora la tela en el cuerpo o el cuerpo en la tela.
En obras como Mano izquierda (2023), la ciencia asocia el hemisferio derecho del cerebro – responsable de los movimientos y actividades del lado izquierdo del cuerpo – a la creatividad y al pensamiento artístico. A lo largo de la historia, los zurdos fueron perseguidos y obligados a ocultar su condición, fuese por leyendas bíblicas y religiosas que los ligaban al diablo y al mal. Sin embargo, y como lo demostrara el historiador del arte y escritor Philippe Lanthony, algunos de los más destacados, de los más míticos, pintaban -única o parcialmente- con la mano izquierda. Los estudios de las manos, además, forman parte de algunas de las refinadas formas de exponer la pericia en el manejo artístico.
En Mis Zapatos (2022) la “aparente” simplicidad del cuadro, en el que se muestran un par de zapatos desgastados, seguirá siendo un tema de discusión entre los amantes del arte, desde 1886, y en cada una de sus reinterpretaciones. Como en su momento destacara en un comunicado el
museo Wallraf-Richartz: “Hoy en día, filósofos e historiadores de arte dan un vistazo a este cuadro y discuten sobre la función del arte, el valor de la interpretación y la naturaleza de la existencia.” Esta obra se la podría relacionar con un artista como Van Gogh que solía decir que el arte es el hombre añadido a la naturaleza y que dicho artista le daba tanta importancia a los zapatos como un retrato o un paisaje. Donde lo bello se encuentra en lo cotidiano. Los zapatos de Benito Ekmekdjiam reflejan la sensibilidad del alma que lo llevo a referenciar el arte de Van Gogh. Esta obra pudo resultar un proceso de socialización, una pátina de normas, hasta prejuicios adquiridos por el individuo -yo psicológico, en su pasaje a través de los diversos úteros sociales -la familia, la escolaridad, el entorno- proceso que finaliza conformándole una personalidad –zapatos- para transitar por el mundo.
En el siguiente período sus motivos comenzaron a enfocarse en temas de lo exterior, donde experimentó lo que veía del mundo del arte y lo comenzó a evidenciar a través de una mirada joven.
Dentro de las obras exhibidas se pueden ver La danza interna (2022) que lo muestra bailando con sus sensaciones, donde la pincelada se mezcla con la intensidad del baile, el arte del movimiento y la música. Surge de la necesidad del hombre de expresar sus deseos y sus miedos, es algo inherente al ser humano. Sus emociones más básicas se exteriorizan a través de la sublevación como el reflejo de la esencia misma de la persona, que utiliza su propio cuerpo para comunicarse, para entrar en contacto con el mundo que le rodea. Como esta forma de arqueada que nos enseña un momento personal y recuperado, capaz de ser volcado a la tela.
Otra pieza significativa es Ahogado en Tokio (2022) donde el artista se ve reflejado en ese saxofonista en el momento de la interpretación y mezclándose con los colores que le dan la potencia de sus notas, además, se diluye con el fondo para descontar ese protagonismo que le da la pintura. La música destaca en el repertorio iconográfico de la cultura instrumentos diversos que se figuraron como objetos aislados y algunos, en efecto, funcionaron como tales. En lo usual, se trata de un tema casi exclusivamente vinculado con las figuras masculinas representa sin rostro ejecutando ese instrumento de viento, resultando en un azul intenso con un fondo que nos lleva a sentir que el afuera y el adentro como un conflicto no resuelto, pero siempre mirando seguir hacia el futuro.
Hacia el final de esta exhibición, nos encontramos con la Caminata al atril (2022), donde el artista es el conductor de la ambigüedad de su espacio, su taller, hasta pasar a lo casi indefinido que suaviza su obra, para atravesar ese límite de encontrar su propio camino llamado descubrimiento.
Sus dos últimas obras son Maestro (20232) que traduce el agradecimiento a su mentor, la mano de su madurez, de su dirección y de un probable protagonismo como artista. La educación no puede quedar determinada por el cálculo científico sino caracterizada por la fantasía creadora. Y por último Sol (2023), la necesidad del retrato, cuya esencia es de alguna manera inmortalizar, de lograr la afirmación de la persona retratada y su visión particular del retratado y la apariencia real del mismo, actuando como vínculo entre Sol y el artista. El aspecto renacentista en el perfil es el regreso al origen, a la fuente de toda inspiración. Como hoy tomamos imágenes fotográficas para cada instante de interés circunstancial en nuestro devenir, la forma más recordada será la interpretación artística en una pintura personal que nos llevará más allá en el tiempo. Siendo su
cable a tierra el reflejo del amor, la realidad de su juventud y del largo recorrido que tendrá para convertirse en hombre y en artista.
Benito Ekmekdjiam condensa mediante una pincelada completa y en una obra de pequeño formato, las ansiedades de la creación. Los opuestos valores de color que conforman la diagonal, por ejemplo, anuncian el eterno conflicto entre la pulsión creativa y los riesgos de que su concreción sea lo que la técnica le permita manifestar.
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