Artista: Ana Paula Fiorentino
Curadora: Sabrina Antik
Nuestra percepción del espacio cambia a la par que nosotros
y a nuestro alrededor nunca habrá un orden definitivo.
Sándor Márai
La vida moderna con la concentración de la población en las grandes ciudades, la aceleración y la deshumanización, fue tematizada por los artistas expresionistas de principios del siglo XX. Muchos recurrieron al grabado como la técnica más apropiada para reflejar estas situaciones. En la Argentina, el grupo de “Artistas del Pueblo” abordaron los mismos tópicos para denunciar la situación social y eligieron también esa técnica como la mejor forma de expresión dada su reproductibilidad múltiple y su bajo costo.
Los trabajos de Ana Paula Fiorentino se vinculan con esta tradición, pero la actualiza con las problemáticas y estéticas de nuestro tiempo. En un gesto típicamente contemporáneo rompe las genealogías de la historia del arte y se apropia de distintas corrientes, por lo que podríamos ubicar sus obras en un umbral entre el expresionismo, lo metafísico y lo fantástico. En el mismo sentido, incorpora elementos de otros ámbitos como el cine, la literatura y la historieta.
La exposición se compone de once xilografías correspondientes a seis series realizadas durante 2019. La selección de obras se presenta como una sola secuencia formada por escenas de pequeño formato que, en una figuración no naturalista, producen un cierto extrañamiento y una ineludible inquietud.
Fiorentino recurre a personajes aparentemente inocentes pero que, debido a la composición y tratamiento de las imágenes, generan una perturbación remarcada por la intensidad de las líneas. Mediante la elección del punto de vista alto, o la perspectiva sumamente acelerada, logra transmitir una sensación de vértigo e inestabilidad. Las distintas gamas cromáticas dan cuenta de los estados de ánimo que podrían atravesarse en esos recorridos por callejones y puentes sórdidos.
En principio elabora bocetos como montajes. Para esto escoge imágenes fotográficas propias o de la web, las imprime, las recorta, las rearma y las interviene. Trata de llevar al límite las posibilidades de cada imagen. A la xilografía básica le suma collage en obras como “Escape IV” o produce sutiles variantes dentro de una serie como en “Escape N°2”. Las series “El puente” y “Escape” son bicromías y tricromías en los que la utilización de dos o tres tacos le permite explorar las superposiciones de formas y colores. Finalmente, en “La espera” N°2 recurre a la tradicional técnica del camafeo para lograr un estallido de color y dinamismo.
El disparador que inspira estas obras es la novela “La mujer justa” de Sándor Márai.[1] La artista, de alguna manera, se sintió identificada con las reflexiones filosóficas que realiza el protagonista masculino sobre la sociedad en crisis de su país, Hungría, durante el período de entre guerras; y su propia existencia, en la que se plantea un cambio radical, similar al que ella misma estuvo atravesando.
La exposición aborda la incertidumbre del mundo actual, y la forma en que, aún en ese contexto, hombres y mujeres intentan buscar su identidad. Lo harán a través de caminos sinuosos en los que se pierden tanto que ya no podrán volver a ser como eran antes. Fiorentino asume su propia búsqueda existencial, lo que la llevó a alejarse del lugar de seguridad que le ofrecía su ámbito profesional para dedicarse en forma exclusiva a las artes visuales. Por este motivo las obras remiten a universos personales, pero también sociales que carecen de certezas. Una contemporaneidad donde se han extraviado las coordenadas históricas como nos anticipara Tomas Mann: “En el espacio, vacío, sin solución de continuidad, faltaba también la medida del tiempo y flotábase en lo infinito.”[2]
La secuencia se cierra con los grabados La espera y La espera N°2, en los que un personaje, que no revela su rostro, permanece de pie ante una encrucijada. En todo momento la situación se presenta enigmática. Sin embargo, Fiorentino brinda un indicio: “Un final también puede ser un comienzo. Un instante en una encrucijada, una decisión que debemos tomar en soledad”.
[1]La frase corresponde a la novela Muerte en Venecia publicada en 1912 por el escritor alemán Thomas Mann. Se ha considerado que refleja la desintegración de Europa y, por otra parte, que habla de las cosas verdaderamente esenciales, y cómo son las que sostienen al hombre en tiempos de crisis.
[2]La mujer justa es una novela del autor húngaro Sandor Marai (1900-1989), escrita en los años cuarenta del siglo XX. La historia, que se sitúa en Hungría en el período de entre guerras, recoge el relato de tres personajes con características muy diferentes, sobre una misma historia de amor. Pero, asimismo realiza profundas reflexiones sobre la crisis y decadencia de la sociedad burguesa de su tiempo, atravesada por la guerra y los totalitarismos
Curadora: Sabrina E. Antik
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