Deshoras

Deshoras, exposición que reúne trabajos de la artista Marcela Bosch (Córdoba, 1966), consta de catorce obras que proponen un acercamiento a una producción que, en todo momento, repara en la contracara de lo asumido como verdadero, y donde tambalea el hieratismo de las certezas de la cotidianeidad. 

Las fotografías que componen la serie Unheimlich, concepto trabajado por el filósofo del Romanticismo alemán, Friedrich W. J. von Schelling, y que refiere a aquello extraño e inquietante que debía permanecer oculto y no obstante se manifiesta, se sumergen en un clima de nocturnidad un tanto siniestro e implacable. Escenarios urbanos desiertos que, a altas horas de la madrugada, ponen en jaque el territorio de lo conocido para devolver una imagen desconcertante y misteriosa. Halos de luz que inundan espacios vacíos y recuerdan a una estética de film noir, donde la temporalidad se interrumpe en la captura del instante. Es así que Bosch manifiesta en estas escenas una impresión de desencuentro con la realidad que proyectan esos mismos lugares en momentos de luminosidad. 

La más reciente serie de trabajos de la artista, Diégesis, parte de un concepto que, en tiempos platónicos y aristotélicos, resultaba antagónico al de mímesis. Se trata, a través de la figura de un narrador, del desarrollo de un mundo ficticio verosímil, con convenciones que difieren y/o se contradicen con las del mundo real, y que responde a la creación y obediencia de sus propias reglas. De este modo, Bosch revela entornos usuales, como panorámicas de edificios y ciudades, en negativos que lo tiñen todo de un aura espectral y de extrañeza. Por otro lado, en aquellas obras que trabaja el collage digital, introduce animales en espacios abiertos con una perspectiva de monumentalidad, aportándole un tinte onírico y surreal. Como en palabras de Bioy Casares, estas figuras confeccionan relatos fantásticos que dan cuenta de nuestra perplejidad ante aquello que no comprendemos del todo. A su vez, se encuentra presente en todas ellas la reflexión sobre el impacto de internet y los algoritmos en el ámbito de las relaciones sociales, donde la experiencia se cierne cada vez con mayor exactitud en los deseos y rechazos de cada individuo. El desencuentro con el otro como producto de la creación de mundos a la exacta medida de las personas y el fenómeno de la desinformación.

En última instancia, la selección de autorretratos, pertenecientes a la serie Thillandsia, nombre científico de la planta conocida vulgarmente como clavel del aire y muy popular en su Córdoba natal, exhiben a la propia artista en conjugación simbiótica con el espécimen vegetal. Debido a su condición de epífita, esta planta no se nutre a expensas del soporte de otra, sino del aire, y especialmente en aquellas locaciones donde el aire es más puro. La identidad entra en conflicto con el entramado de ramificaciones del clavel del aire, que la artista utiliza como símbolo de fortaleza y resiliencia ante condiciones adversas. Estas fotografías adquieren una poética de lo más singular, al ser realizadas en el contexto de cuarentena a escala global, donde lo pasmoso de la situación interpelaba a nuestra capacidad de sobreponernos ante el diagnóstico más desfavorable.  

Deshoras establece un recorrido por el relato que componen las obras de Marcela Bosch, que en su discurso aúnan las inquietudes de una artista que refleja tanto los pensamientos sobre la propia identidad, como las problemáticas de su tiempo. A deshoras, donde todo se filtra con un velo de misterio, la artista sale a la caza de una imagen que deje patente aquello que se escapa a la dinámica de aquello que creemos familiar.