Micaela Zapata es una artista versátil en la elección de los soportes y las técnicas que trabaja. Las mesas que me hicieron feliz es el título de la serie que se exhibe actualmente en Eseade. Se trata de las sobremesas de diferentes encuentros de la artista con sus amigas que, con un carácter autorreferencial, se compone por seis pinturas. La obra Picada con Nurita en Chascomús abre la exhibición y el recorrido continúa en dos núcleos. El primero lo conforma el tríptico Corcovado con las gomias y el segundo lo compone el díptico Veda en Chapas. En estos conjuntos pictóricos Zapata opta por dejar afuera la figura humana. Sin embargo, insinúa que hubo un encuentro entre personas mediante los objetos representados y el desorden sobre los manteles. En cada pieza el espacio-tiempo representado indica que algo pasó.
La artista trabaja sobre el género de la naturaleza muerta e intenta reflejar la fugacidad del tiempo de esos encuentros mediante la representación de lo que ha quedado en su memoria: los objetos y los resabios dispersos sobre los manteles. Reorganiza el caos a través de los rebatimientos de las mesas y cada obra se observa desde un punto de vista cenital. Zapata no emplea recursos fotográficos para reconstruir las escenas sino que proyecta sobre el lienzo el recuerdo que evoca su memoria emotiva de manera directa. Una particularidad para destacar: diseña los bastidores -formatos medio y pequeño- de acuerdo con el diseño de la representación de cada hecho evocado. De este modo, obtiene una suerte de juego visual de encastre en el que dos o tres pinturas de diferentes tamaños conforman un díptico o un tríptico. Los resultados son reconfiguraciones –a modo de fragmentos ensamblados- de los motivos trabajados, o los momentos rememorados. Las composiciones que desarrolla Micaela Zapata recuperan la tradición de los patrones de diseño de los antiguos manteles de uso cotidiano. Apela al imaginario colectivo argentino que, en la historia del arte, remite a los bodegones de los Artistas de La Boca cuyas obras plasmaban la sencillez de la vida cotidiana mediante la representación de objetos austeros en naturalezas muertas.
De acuerdo con el título de la serie cabría preguntar ¿Qué es la felicidad? y ¿Cómo se relaciona este concepto con el ritual de compartir la mesa? Una posible lectura re dirige a lo que pensaba Aristóteles sobre las tres instancias de la felicidad, en donde expone que la forma más alta de vida es la contemplativa. Describe que el individuo actúa de forma puramente racional y entiende que la felicidad es un fin en sí mismo, es decir, no son necesarias herramientas como el dinero o el poder para alcanzarla. La intención de compartir esta instancia que propone Aristóteles es justificar el concepto de felicidad que se yuxtapone entre la mesa y las relaciones entre personas. Milenios de por medio, la definición actual de la RAE dice que la felicidad es un estado de grata satisfacción espiritual y física.
Este breve análisis del concepto de felicidad –a través del tiempo- devela la relación entre lo denominado como felicidad y las relaciones interpersonales que surgen del encuentro. De esta manera, podría decirse que la felicidad es lo que ocurre mientras se están haciendo otros planes. Nadie es consciente de que provoca este estadio porque, justamente, no está premeditado. En el marco del acontecimiento, se comparten no solo la comida y las charlas, sino que fluyen otros nexos: los intercambios entre la materia -el alimento-, las emociones positivas y contrapuestas, y la permuta de saberes y experiencias. Este ritual reúne personas en donde el verdadero fin es la permuta social.
Los argentinos tienen rituales y costumbres que los caracterizan, entre los que se encuentra compartir a través de la comida como un evento cultural. Alrededor de la mesa se construyen y deconstruyen relaciones. Micaela Zapata logra plasmar sobre el lienzo el registro de esta costumbre nacional que, en su caso, permanece inalterable.
Andy De Tomaso
CURADORA
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