© 2022 ESEADE | Desarrollado por Laura Paladino
Víctor Danelinck es parte de la larga línea de arquitectos que han necesitado expresarse por otros medios visuales y desarrollan sus capacidades expresivas mediante la escultura. Con sus trabajos en hierro logra introducirnos en metáforas sugerentes que nos inclinan a meditar sobre aspectos cotidianos y sensibles de la realidad.
Hace caso omiso de lo que señaló el arquitecto más internacional de todos los tiempos, Normn Foster: “…sospecho de los arquitectos que se definen como artistas… Los artistas son libres, a los arquitectos nos constriñen muchas reglas.” Sigue sus propios impulsos creativos, evidencia su punto de vista y la búsqueda visual en una natural proporción áurea.
Esta muestra antológica corresponde a las esculturas realizadas entre 2012 y 2019. Obras expresionistas que alternan con otras que también se conciben como una síntesis conceptual en su corpus escultórico y que desnudan un drama universal, pero distinto en cada una. De esta manera, sus trabajos rompen con el realismo modélico sin dejar de ser realistas, se alejan por momentos del concepto de representación exacta y ganan en volumen y profundidad; al mismo tiempo que juegan con la articulación del movimiento, las líneas y los ángulos que se quiebran y se familiarizan con nuestra percepción. Pero, después de todo, a través de estas obras, Danelinck nos convoca a meditar acerca de las angustias de la sociedad.
Violencia de género es un Cristo femenino de hierro y colgado sobre una cruz de madera revestida con un collage de noticias violentas. Probablemente sea la pieza que mejor ponga de manifiesto, tanto la destreza técnica, como una contundente proposición conceptual.
El cuerpo recupera la iconografía de San Sebastián, en este caso pudorosamente femenino y dolorosamente ensaetado por sus parejas. Aquí el contenido no es la implícita naturaleza de la figura exhibida, sino la historia forzosamente incompleta de su contemplación por parte del artista.
Violencia de género recapitula sobre ciertas obras del arte contemporáneo argentino como el “Cristo” (1988) de Liliana Maresca, que era una figura de santería a la que la artista adosó un mecanismo de transfusión y un líquido teñido de rojo.
El Cristo de Danelinck intercepta la mirada del espectador y lo intimida con su escala. El martirio y la crucifixión no sólo fueron traspuestos a un cuerpo de mujer, sino que se suma al debate sobre el cuerpo femenino como eje de las polémicas más actuales. No es necesario adherir a ninguna corriente de pensamiento para reflexionar críticamente al respecto, ya que ninguno de nosotros se encuentra exento de rechazar esta perspectiva propuesta por el artista, ni siquiera cuando intentemos relacionar otras al mismo tiempo. No obstante, Maresca buscaba dar sentido a su sentencia de 1994: “El arte es el artificio con el que intentamos alejar a la muerte.”
En La Protesta el artista refleja el dolor de una pareja truncada, de un evento no revelado, de una pérdida inaceptable, del inicio de un duelo que adivinamos angustiante, de las esperanzas perdidas y de las elecciones traicionadas. No es una “Piedad”, sino un reclamo de por qué nos ha sucedido ésto. Se trata de una escultura de bulto de grandes proporciones donde Danelinck resignifica la escena, siendo el valor exaltar que eligió ser representado en esta oportunidad en el cuerpo de un esposo sosteniendo a su mujer asesinada, ampliando la cita al vínculo madre e hijo, y nos ofrece otro ejercicio de reconfiguración polisémica de piedad/impiedad. Una novedosa representación del modelo asimétrico de relaciones en el mundo contemporáneo, que siempre interpela en lo cotidiano.
Por otra parte, Danelinck domina versátilmente el metal. Por una cabeza (2013) remite al popular tango, pero también al film Un perro andaluz (1929) de la dupla surrealista Dalí – Buñuel. Aquí notamos otro tipo de manipulación de hierros forjados, doblados y soldados. Se exacerba el expresionismo y los brillos que emanan las piezas hacen que linden con lo siniestro. Esas cabezas inertes, en su último gesto vital, son la más acabada imagen de la muerte congelada en un instante.
La actitud del artista en cada obra puede ser ambivalente, y hay también allí una mirada que no es simbólica o mitológica. En efecto, sugiere y espera el shock en el espectador. Va más allá con obras que no son solo hierros estilizados o citas a la historia del arte. Danelick corrompe el paso del tiempo, insinúa sus temas focalizando en el impacto visual y maneja la escala y el volumen para no solo invitar a la observación sino, deliberadamente, provocar la expectación abrumadora del visitante.
Danelinck, desde su madurez íntima, su recorrido profesional y sus vivencias, nos muestra que podemos pensar en modificar cómo actuamos acerca de lo que vemos día a día,. Nos dice que ha encontrado lo que buscaba; creo que se puede denominar como “estado de batalla” donde hay una lucha entre artista y espacio (en su caso) que hay que domar o dominar. Tan sólo llega algo de paz cuando ve que la visión final es cuestión de seguir.
Fotos de Sala
Obrero metalúrgico, arquitecto, basquetbolista, bailarín y profesor de tango, viajero incansable, cronista de viajes, poeta fallido, así se auto define el Arq. Víctor Danelinck, quien aquilata una vida activa, prolífica y muy atrayente. Nacido en los suburbios del Gran Buenos Aires a fines del ‘55, en el seno de una familia proletaria de descendientes eslavos ucranianos, forjados en una cultura del valor del esfuerzo y la modestia que reconoce y valora, recibió una formación muy sólida más allá de las posibilidades familiares, recibiéndose de Arquitecto, vocación guiada por un espíritu inclinado hacia la belleza de las formas, el debate y el Hábitat del Hombre. Sus trabajos arquitectónicos son de variada gestión, habiendo diseñado p. ej., el reloj mecánico simulado en el edificio original de Unicenter y el del que fuera el Shopping Liniers, restauración de las marquesinas históricas del Teatro Colón y stand argentino en una feria internacional en Miami, entre otros. En un momento de inflexión y reflexión intimista, decidió dar a su Vida personal y profesional un giro copernicano y se abocó durante más de una década -desde los 90’s-, a ejercer como profesor internacional de tango, dando clases y giras artísticas anuales sistemáticas por Europa, creando vínculos y dejando trazos de su inocultable porteñismo desde Polonia hasta España. Sus mundos se fueron entrelazando y sin dejar de estar, regresó a un mayor sedentarismo impulsado a recrear a través de la escultura esas impresiones personales, como una forma de transferir a quien quiera verlo, las vivencias personales, esas reflexiones. Sus afanes metafóricos recibieron reconocimientos no buscados de inmediato. Se ha expresado también literariamente; ha escrito ingeniosos diarios de viaje, incursionando en ese género tan particular de la literatura de relatos (recopilación en revisión apra su eventual publicación) y en 2020 coronó sus afanes publicando un libro de cuentos, poemas y relatos intimistas: “La Alegría del Fracaso”. El título es consonante con sus obras de arte visual, su mirada de la Vida y -paradójicamente-, su permanente optimismo.
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